Desde la década de los 80, el negro ya no es un color ausente. En manos de Rei Kawakubo, se ha convertido en un lenguaje propio, en un terreno de experimentación y de transgresión. En Comme des Garçons, este «no-color» se ha transformado en un manifiesto, un soporte perfecto para volúmenes extraños, siluetas enigmáticas y creaciones que se mueven entre arte y moda. Una estética radical donde el negro, lejos de ser neutro, se vuelve llamativo, cambiante y, sobre todo, indomable.
Cuando Comme des Garçons llegó a París en 1981, para su primera presentación en la Fashion Week, la moda japonesa aún no era un fenómeno internacional. Seis años después de la apertura de su primera tienda en Tokio, Rei Kawakubo se ha impuesto como un soplo de aire nuevo en la capital francesa, un viento renovador que nunca ha dejado de soplar.


Ese primer desfile ya nos avisó de lo que llegaba: una paleta de colores reducida, cortes asimétricos, tejidos con efecto desgastado. El impacto fue inmediato. El negro se desveló no como una ausencia de color, sino como un grito silencioso. La prensa empezó a hablar de un «Hiroshima chic», una expresión discutible pero que reflejaba el choque estético provocado por Kawakubo. En pocas temporadas, se convirtió en el icono de la antimoda característica de los años 80, un movimiento que no buscaba seducir sino cuestionar.
Romper con lo establecido: la ropa se convierte en lenguaje
Detrás de Comme des Garçons hay una voluntad clara: deconstruir lo que creemos saber sobre la moda. Rei Kawakubo no sigue las tendencias, las retuerce y las despieza para recomponerlas.
Para ella, el cuerpo no sirve solo para adornarlo, sino que es una manera de cuestionar lo que nos rodea. Así, añade volúmenes, deforma las líneas, juega con las asimetrías hasta convertir la prenda en un ritual, muy cercano al vestuario monacal.
Un ejemplo claro es la colección «Dress Meets Body, Body Meets Dress» (1997). Una reflexión impactante sobre el cuerpo femenino y la maternidad, con siluetas infladas, bultos artificiales y formas inesperadas. El cuerpo se convierte en un médium, un verdadero terreno de juego.



En la década de los 80, la prensa habló de «New Wave Beauty» para calificar el trabajo de Kawakubo. Una belleza descentrada, cruda, a menudo percibida como extraña o inquietante según los cánones occidentales. Porque en Comme des Garçons, la prenda es política y une sociología, arte contemporáneo y experimentación textil.Pero su poder va mucho más allá de la moda. Jean-Michel Basquiat desfiló para la marca en 1987. Más tarde, fue Dennis Hopper, actor y director de culto, quien pisó la pasarela. El casting se convirtió así en un movimiento artístico por derecho propio.
El negro, ¿un color neutro?
Más que una elección estética, el negro ya se ha convertido en la firma de Comme des Garçons, siendo incluso el protagonista de una línea, Comme des Garçons Black, lanzada en 2009 en pleno corazón de la crisis económica. Un verdadero regreso a los fundamentos de la marca.
Rechazando la idea de un negro neutro, apagado o fúnebre, Rei Kawakubo lo utiliza como una materia viva, explorando todas sus tonalidades, del carbón al negro azulado, del mate al brillante, del transparente al denso. Como asegura el historiador Michel Pastoureau, «el negro es un color fértil». Y ahí radica la paradoja: el negro, color asociado a la muerte, se convierte en Comme des Garçons en un símbolo de vida, de creación, de energía pura. Un terreno inexplorado donde reinventar cada temporada. En resumen, un espacio de libertad.


El negro de Comme des Garçons también dialoga con otras figuras de la moda vanguardista, como Yohji Yamamoto o Ann Demeulemeester, que también han hecho de esta tonalidad una herramienta narrativa. Para Kawakubo, el negro no simboliza la discreción, sino la afirmación. Permite salir de las normas, vestirse sin revelar, adoptando una actitud de resistencia contra el consumismo extremo y contra lo efímero. Un negro pleno, denso, vivo, que viste tanto el cuerpo como el espíritu.
En Comme des Garçons, el negro cuestiona, perturba, provoca. Es el soporte de una visión radical de la moda, donde la prenda no busca halagar ni tranquilizar, sino hacer reflexionar. En un mundo saturado de imágenes y colores, Rei Kawakubo sigue haciendo del negro un manifiesto: el de una moda libre, profunda e indómita.
Artículo de Julie Boone.