Jean Paul Gaultier Couture: 5 años de reinvenciones magistrales 

Abr 30, 2025 | Brands

Desde su retirada de las pasarelas en 2020, Jean Paul Gaultier ha creado un concepto único en la historia de la moda: invitar a un diseñador o diseñadora a reinterpretar su legado “couture”. Una manera de perpetuar el espíritu de libertad y provocación y de conservar el saber hacer que siempre han definido a la marca. Un proyecto inédito que Gaultier habría imaginado a finales de los años 80 para Christian Lacroix, en el momento en que dejaba Patou, pero que ha necesitado más de tres décadas para hacerse realidad.

Cinco años y siete colecciones después, este paréntesis creativo llega a su fin con el nombramiento del diseñador neerlandés Duran Lantink como director artístico de Jean Paul Gaultier Couture. Este nombramiento marca el final de una etapa en la gran historia de “la maison”. Aquí repasamos las reinterpretaciones que redefinieron la alta costura en Gaultier.

Chitose Abe: una combinación de alta costura y sportswear

La primera en asumir el reto fue la fundadora de Sacai, Chitose Abe, que mezcló alta costura y sportswear para rendir homenaje a la obra de Gaultier. La japonesa jugó con los códigos típicos de la marca proponiendo marineras desestructuradas, corsés fusionados con parkas técnicas o superposiciones originales. Inspirada en los looks de Gaultier llevados por Björk o Madonna, firmó una propuesta muy conceptual como punto de partida, aunque bastante alejada de la idea tradicional de la alta costura. Un primer intento prometedor muy en fase con una moda más consciente, en el que destacó el uso del upcycling.

Glenn Martens: la vuelta a los orígenes

La temporada siguiente fue el turno de Glenn Martens, entonces al frente del desaparecido sello Y/Project y actualmente director artístico de Maison Margiela. El diseñador belga logró imponer su estilo de manera brillante. Formado en la Academia de Bellas Artes de Amberes, Martens retomó las célebres ilusiones ópticas de la casa parisina, sus volúmenes retorcidos, sus efectos “trompe-l’œil” y sus cortes asimétricos. Un verdadero espectáculo visual donde el trío mítico de Gaultier (corsés, rayas y encajes) se unieron con una visión vanguardista de la alta costura. Esta colección representó también un regreso simbólico para Martens, quien dio sus primeros pasos profesionales en la firma Gaultier.

Olivier Rousteing: un homenaje milimetrado

El tercer invitado del “enfant terrible de la mode” fue el director artístico de Balmain, que optó por rendir un homenaje deslumbrante al hombre Gaultier, reinterpretando una vez más los iconos de la marca: corsés cónicos, vestidos inspirados en el perfume “Classique”, marineras XXL… Un homenaje popular salpicado de referencias a los frascos y embalajes de los perfumes Gaultier. Para difundir este legado, incluso se instaló una pantalla gigante frente a la sede de la marca, permitiendo al público disfrutar del desfile. En resumen, una colección sin margen para las interpretaciones, más cercana a lo que el propio Gaultier hizo, aunque matizada con ciertos toques muy al estilo Balmain.

Haider Ackermann: la búsqueda de lo esencial

El diseñador franco-colombiano rompió con la exuberancia de sus predecesores con una colección técnicamente perfecta de líneas depuradas, volúmenes contenidos y gestos comedidos. Un regreso a lo esencial que buscaba, ante todo, rendir homenaje al saber hacer de Gaultier, a menudo relegado a un segundo plano por su gusto por el espectáculo.
Pese a una colección de una elegancia exquisita, casi contemplativa, Ackermann no logró convencer del todo: algunos la percibieron más como un esbozo de alta costura que como una verdadera reinterpretación del universo Gaultier.

Julien Dossena : un « ménage à trois »

El director artístico de Rabanne concibió esta colección Otoño/Invierno como un verdadero recorrido por las calles de París, donde cada silueta es un personaje de ficción por derecho propio. No hubo un tema general, solo fragmentos de historias en cada aparición. Tejidos brillantes típicos de Rabanne, tartán al más puro estilo Gaultier, corsés confeccionados con corbatas o estampados animales por doquier… Dossena orquestó una epopeya sensorial, fusionando bajo su batuta los universos de Gaultier y Paco Rabanne. Una visión deslumbrante que recuerda que la moda no es, ni más ni menos, que un maravilloso espectáculo.

Simone Rocha: un espectáculo digno de la ópera 

La diseñadora irlandesa aportó una brisa romántica y gótica a la temporada Primavera/Verano 24. Tul, corsés, pedrería y referencias litúrgicas dialogaron en un trío cromático de tonos nude, rojo y negro. Rocha exploró el lado más dramático (en el sentido teatral) de las siluetas de Gaultier, creando vestidos tan envolventes como crisálidas. Pensadas para el escenario, estas prendas parecían salidas de una ópera.
Con esta colección, Simone Rocha trabajó la sensualidad de una forma sutil, casi velada, muy en línea con su enfoque habitual de la feminidad. Adepta de los adornos muy elaborados, aprovechó al máximo el saber hacer de los talleres de “la maison” para convertir cada prenda en una auténtica joya.

Ludovic de Saint Sernin: el naufragio

Titulada El Naufragio, la colección de Ludovic de Saint Sernin estuvo lejos de serlo. Inspirada en un look de 1997 en el que una modelo llevaba un sombrero con forma de barco, esta colección rendía homenaje a heroínas de Gaultier como la sirena o la pirata, sobre un escenario de mar embravecido.
Último diseñador invitado, Ludovic de Saint Sernin electrizó tanto al público como a la crítica, recordando las horas más gloriosas de la casa de moda parisina. Una salida de escena grandiosa, justo antes de que el barco cambie de rumbo.

Con el nombramiento de Duran Lantink como director artístico, la “maison” Gaultier se prepara para zarpar hacia nuevos horizontes. Tras cinco años de colecciones efímeras y múltiples homenajes, esta nueva etapa se perfila quizás más estable, pero igual de impredecible. Esperemos que el mar esté más tranquilo y el horizonte, completamente despejado.