Aunque la Fashion Week de Londres ha desaparecido temporalmente, la creatividad británica sigue existiendo, con esa fuerza e ingenio que la caracterizan. Martine Rose y Charles Jeffrey encarnan una moda libre de normas, entre exuberancia y sátira social. Por otro lado, la nueva generación de Central Saint Martins diseña un futuro tan atrevido como político. La moda en Londres no sigue las reglas: las desafía.
Martine Rose, principal impulsora del cambio
La temporada pasada, Martine Rose dejó Londres por Milán. Esta vez vuelve, aunque sea de manera extraoficial, reinventando como siempre las reglas del juego. Aunque la Fashion Week londinense había sido oficialmente anulada, la diseñadora decidió presentar de todos modos sus modelos, entre los que se encontraba una camiseta con un claro mensaje: «Everything Must Change». Una declaración de intenciones que afirma que la moda debe evolucionar, y la London Fashion Week también.
Antes del desfile, los asistentes recorrieron un espacio transformado en salón comunitario, donde se mezclaban puestos de discos, ropa y revistas. Más que un desfile, Martine Rose quiso proponer un momento de creación colectiva. Una iniciativa que incita a repensar el futuro de la moda británica, al estilo de la reciente Slow Fashion Week de Marsella.



Ya en la pasarela, los modelos mostraron una masculinidad en plena transformación, con microshorts y medias de fútbol, así como melenas largas y rizadas al estilo de los años 80. Los accesorios dibujaron un día a día diferente: bolsas de papel kraft compartidas por dos modelos, evocando tanto al cliente como al repartidor; Nike Shox rescatadas del pasado; camisetas de fútbol adornadas con volantes, combinadas con stilettos puntiagudos… Una escenografía destinada a presentar toda una galería de personajes diversos, entre lo urbano y lo imaginado.
Martine Rose no solo desfila, también propone un nuevo sistema, basado en la comunidad y en la trasgresión de los códigos establecidos.
El caos bajo control de Charles Jeffrey
Charles Jeffrey se inspira en la historia y en los archivos de los míticos estudios de Abbey Road para crear una galería de personajes fantásticos y reinventados para 2026, con una escenografía que difumina las fronteras entre desfile y performance artística. Por supuesto, no se trata de un espectáculo tradicional: los modelos están invitados a expresarse libremente, convirtiéndose así en los protagonistas de la colección.



La estética marinera se reinterpreta con la exuberancia propia de Loverboy: gorros de marinero, parches de pirata, cuerdas transformadas en vestidos escultóricos, gorras de capitán y muchas rayas. Las camisas se llevan del revés o anudadas en la cabeza, como si fueran un pañuelo. ¡Preparados para el abordaje!
Tejidos escoceses en los pies, pinturas corporales, estampados all-over, prendas de delicado ganchillo, batas de enfermero y lazos desmesurados colocados aquí y allá para atraer la atención. Todos estos elementos componen una sinfonía visual, libre y comprometida, con un enfoque «Prepared Piano»: imprevisible pero profundamente orquestada.
La nueva generación de la Central Saint Martins
En Londres, el desfile de los y las estudiantes del máster de Central Saint Martins sigue siendo un terreno de experimentación radical, que revela a una generación de creadores/as tan conscientes como visionarios/as. Entre los proyectos más destacados de esta temporada:
Descubierta/o gracias a sus colaboraciones con Erykah Badu, entre ellas un booty suit ajustado que rinde homenaje a la Venus de Willendorf llevado en los Billboard Awards, Myah destaca por su visión sorprendente del volumen y de la materia. Las siluetas se transforman mediante una rica variedad de texturas, alterando tanto el aspecto visual como el peso de las prendas. Un trabajo de búsqueda profunda que establece un diálogo entre el cuerpo, la memoria y los símbolos.
En Seenseo, cada prenda se convierte en un terreno de juego absurdo. Objetos integrados en ranuras textiles, pegados con adhesivos o escondidos en bolsillos, como una reflexión juguetona sobre la relación entre función y forma. La propuesta coquetea con el espíritu playful de Jonathan Anderson (Loewe). El humor se convierte aquí en una fórmula que funciona.



Con un enfoque mucho más político, mariesssschulze reinterpreta el traje femenino desde el punto de vista del poder. Inspirada por una inmersión en el Parlamento alemán, la diseñadora revoluciona los códigos rígidos impuestos a las mujeres en entornos institucionales. El resultado son trajes de satén en tonos pastel, puños deliberadamente exagerados, un cuello que se pliega y se repite hasta el infinito… Una elegancia irónica que desafía la uniformidad y abre la puerta a una nueva concepción de la indumentaria “profesional”.
Se suponía que la London Fashion Week no se iba a celebrar, ya que oficialmente estaba suspendida. Sin embargo, este evento si ha tenido lugar, aunque de otra manera: fuera de marco, fuera de calendario, pero impulsada por una energía colectiva, inventiva e indomable. Creadores consolidados y nuevas figuras de la moda han demostrado en Londres que la ausencia de estructura puede convertirse en un terreno fértil.
Artículo de Julie Boone.