El vestido ceñido de Hervé Léger: la vuelta de un icono Y2K muy polémico

Sep 5, 2025 | Brands, Fashion

Símbolo de una feminidad ultrasexy durante los años 2000, el vestido ceñido (bandage) de Hervé Léger vuelve al mundo de la moda. Una prenda que crea polémica hoy en día  y qué dice mucho sobre nuestra relación actual con el cuerpo.

Símbolo de sensualidad, el vestido bandage de Hervé Léger parece reaparecer tímidamente en las redes sociales. Muy ajustado y diseñado para esculpir el cuerpo, fue el uniforme de “it-girls” de los años 2010 como Kim Kardashian, Victoria Beckham o Rihanna, antes de caer en un cierto olvido. Pero, ¿su regreso es realmente posible o incluso deseable?

Vuelta a los años 2000

Desde hace algunas temporadas, la nostalgia Y2K ha provocado el regreso de prendas bastante polémicas: los pantalones de tiro bajo, los brillos, los microtops… En este contexto, el vestido ceñido de Hervé Léger, con su estética ultrafemenina cercana a la de un corsé, también vuelve a aparecer, especialmente en TikTok y en algunas campañas de moda.

De hecho, la marca vietnamita Fancí Club se ha inspirado ampliamente en esta prenda para su colección de verano. Su catálogo incluye microvestidos y corsés metálicos que destacan una silueta muy marcada. En cuanto a las celebridades, Hailey Bieber, Kaia Gerber y Sabrina Carpenter han vuelto a lucir recientemente estas prendas escultóricas.

En las redes sociales, la promoción de Hervé Léger se ha intensificado desde la primavera. Varias creadoras de contenido francesas, como @rosabonheur o @embtff están sacando sus vestidos bandage del armario… o los buscan con anhelo en Vinted. Un interés creciente que, sin embargo, todavía sigue siendo un tanto discreto: la estética Y2K de Hervé Léger resurge por momentos, más como un recuerdo recesivo que como una verdadera tendencia.

Una prenda que no refleja la sociedad contemporánea

El vestido ajustado ha encarnado durante mucho tiempo una fantasía vestimentaria, pensada para «esculpir» el cuerpo según los cánones de belleza heteronormativos: cintura fina, caderas prominentes, pecho realzado y abdomen plano. Una feminidad milimetrada, diseñada para agradar a la mirada masculina y en las antípodas de las estéticas genderless o deconstruidas que dominan hoy en día la moda.

Así, dos cuestiones surgen casi sin darnos cuenta: ¿puede convertirse el vestido bandage en una herramienta de reapropiación del cuerpo femenino, ya no desde una lógica de seducción, sino como afirmación identitaria?  O, al contrario, ¿esta prenda sigue siendo el vestigio de una época en la que el cuerpo de las mujeres estaba sometido a un corsé estético?

Lo más irónico de todo esto es que, al mismo tiempo que el regreso de las siluetas de Hervé Léger resulta incómodo, nuestra sociedad no duda en elogiar las creaciones de  Skims, marca de ropa interior moldeadora fundada por Kim Kardashian que no es más que una versión más técnica y consciente del modelado corporal. ¿Es la compresión más aceptable cuando se presenta como “inclusiva”?

Revisitar sin reproducir: una alternativa posible

La vuelta del vestido ceñido de Hervé Léger ilustra, ante todo, una cierta forma de nostalgia. Para la generación Z y los milenials, demasiado jóvenes o simplemente incapaces de comprar estas prendas en su momento, llevar hoy en día el vestido bandage equivale a marcar una casilla, unirse a un club o conseguir un objetivo durante mucho tiempo inalcanzable. Es un homenaje a los ídolos de la cultura pop y a una estética ultrasexy, admirada durante años en alfombras rojas y videoclips.

Sin embargo, aunque esta nostalgia sea poderosa, debe ir acompañada de una reflexión sobre el alcance de este vestido. Para renovar verdaderamente esta pieza, debe ser llevada por cuerpos e identidades a los que no hubiera estado destinada a finales de los años 2000. Otros cuerpos deben apropiarse de este vestido, para evitar los mismos cánones de belleza que dominaban hace una década.

Solo así el vestido Hervé Léger podría tener una segunda vida: ya no como uniforme sexy de las fiestas VIP, sino como objeto crítico, testigo de una época pasada y soporte de una nueva mirada sobre el cuerpo, el género y el poder.

Su regreso al mundo de la moda no significa un retorno incuestionable de su ADN original. Es la distancia crítica lo que hace posible su resurgimiento: lo que representaba ayer (una silueta femenina “ideal”, moldeada para ser deseada), es precisamente lo que los creadores y quienes lo llevan hoy en día quieren cuestionar. Más que un simple revival, es una reinterpretación. Y quizás esto sea lo más interesante de su regreso.

Artículo de Julie Boone.