Desde la corte de Versalles hasta las pasarelas de la Fashion Week, el tacón curvado ha ido atravesando los siglos para llegar a nuestros días. Antiguo símbolo de poder, se convierte ahora en un terreno de juego para los diseñadores. Escultural en Bottega Veneta, geométrico en Balmain e hipersensual en Saint Laurent, todas las grandes marcas se rinden a sus pies. Descubre un accesorio en plena transformación.
La nueva obsesión de las pasarelas
El tacón curvado se impone hoy en día como uno de los detalles más presentes en el vestuario femenino. En las pasarelas se presenta en todas sus formas: escultórico, descentrado o redondeado.
En Bottega Veneta, esta parte del calzado ya se ha convertido en un verdadero terreno de experimentación. La marca juega con las ilusiones ópticas y hace que el pie se sostenga casi por arte de magia, mientras el zapato se mantiene flotando en un equilibrio casi improbable. Detrás de esta aparente liviandad se esconde un savoir-faire de orfebre. Desde las colecciones Otoño-Invierno 2022 y Primavera-Verano 2023, los tacones de la marca italiana se retuercen y se afinan, jugando con nuestra percepción mientras reinventan la línea clásica del stiletto sin jamás traicionarla. Una visión muy similar aparece en Dries Van Noten, que reinterpreta sutilmente los volúmenes convirtiendo el tacón en un elemento de construcción arquitectónica. Para la colección Primavera-Verano 2025, el zapato recuerda casi a un corsé, con su empeine entrelazado.



En Balmain los zapatos coquetean con el surrealismo. Las botas altas muestran un efecto slouchy, con un material flexible y oversize, equilibrado por un tacón geométrico casi esculpido, rematado con el logo de la marca. Algo que se muestra de manera diferente en Saint Laurent: la maison reinventa la sensualidad del slingback con el modelo Apolline, un tacón de aguja curvado, casi a punto de romperse, que devuelve toda su fuerza y carácter a este zapato pasado de moda cuando su altura se acorta. Un giro radical, siempre fiel al espíritu de la casa.


Descentrado o escultórico, el tacón también puede ensancharse e incluso hincharse. Es el caso de la colaboración Louboutin x Matières Fécales, lucida recientemente por Lady Gaga, gran amante de los zapatos experimentales. Verdaderos zancos, estos zapatos convierten cada paso en una auténtica performance.
¿Una nueva versión del Louis heel?
Antes de convertirse en un detalle vanguardista, el tacón curvado era, sobre todo, un símbolo de poder. En el siglo XVII, Luis XIV lo convirtió en el emblema de la nobleza. De hecho, un decreto de 1670 prohibía que se usara si no se poseía un título. En la época de Luis XV, la curva se suavizó y se afinó, dando paso al famoso Louis heel, usado tanto por los hombres como por las mujeres de las clases acomodadas. El tacón se convirtió así en un signo visible del estatus de una persona y, aunque a finales del siglo XVIII desapareció, como otros excesos de la aristocracia, su espíritu perdura.
Una herencia reinventada
Hoy en día los tacones curvados reflejan de nuevo esa tensión entre equilibrio y desequilibrio. Los diseñadores los emplean como un lenguaje, un medio para replantear la postura, la manera de caminar y la relación con el cuerpo. Son también una especie de confesión más o menos discreta, ya que se pueden ocultar bajo el pantalón o mostrarlo como una verdadera joya.


Además, aunque sigue siendo un territorio mayoritariamente femenino, diseñadores como Rick Owens ya han roto con los códigos, invitando a una lectura más fluida del género. Poco importa quien lo lleve: el tacón conjuga poder y contención. La aparente fragilidad que demuestra a cada paso aumenta la fuerza necesaria para dominarla. La curva afirma una ambivalencia, convirtiéndose así en un corte de manga irónico a la imagen común que se tiene del tacón: delgado, vertical, símbolo de una feminidad más bien rígida.
Si el Louis heel demostraba un estatus social y económico, sus herederos del siglo XXI reivindican más bien una cierta libertad de expresión. Curvando las líneas, abren un nuevo espacio: el de una feminidad y una masculinidad libres de torcerse, al mismo tiempo que trazan su propia trayectoria.
Artículo de Julie Boone.








