Layering : el arte de sobreponer ropa de entretiempo

Sep 12, 2025 | Culture, Fashion

El verano se va alejando poco a poco, pero aún nos resistimos a guardar la ropa estival en el fondo del armario. Gracias al layering (término en inglés que significa capas,) podrás prolongar esta temporada que tanto te gusta. Aquí te damos algunos consejos para que domines esta tendencia, perfecta para afrontar un clima caprichoso con un estilo muy años 2000.

Layering : una necesidad convertida en indicador social

Antes de formar parte del vocabulario de la moda, el layering designaba, ante todo, una necesidad: para sobrevivir al invierno, había que cubrirse. En la época en la que los tejidos técnicos y los materiales termorreguladores eran todavía cosa del futuro, la superposición de prendas permitía conservar el calor corporal. Pero las capas, que en un principio solo eran barreras contra el frío, pronto se convirtieron en verdaderos indicadores sociales.

Con el paso del tiempo, esas capas sucesivas adquirieron una dimensión menos práctica que simbólica, sobre todo entre las clases más privilegiadas.  En particular entre las mujeres, para las que el ritual de vestirse se acercaba a una verdadera puesta en escena. La ropa interior ya era en sí misma una prenda completa. A esto se añadía después un corsé y un vestido, a veces acompañado de una sobrefalda o sobrevestido. Este ritual no era algo banal y nunca se realizaba de manera autónoma. Las mujeres necesitaban ayuda para ponerse todas esas capas, lo que reflejaba sin duda alguna un determinado nivel social, aunque también cierta forma de dependencia.

Además, el corsé impuesto por la moda de la época limitaba los movimientos, condicionaba la postura e impedía una buena respiración. La superposición era entonces una herramienta de control, una manera de imponer normas sobre el cuerpo femenino, lejos de la libertad que hoy asociamos al layering. En aquella época, se trataba de un código estricto que reflejaba sin duda las relaciones de poder.

Cómo prolongar el verano con la superposición


Por suerte, las mentalidades han evolucionado en cuanto al tema. Hoy en día, la superposición de prendas es, sobre todo, sinónimo de diversión. Una manera perfecta de seguir usando nuestras piezas favoritas del verano cuando llega el otoño. Así, podemos combinar nuestro vestido lencero preferido, ese que antes llevábamos solo, con unos vaqueros y un jersey suave. De esta manera, en cuanto un rayo de sol atraviesa las nubes, basta con quitarse una capa. ¿Cuál? ¡Tú decides!

@paulineleroy_

Otro ejemplo de adaptación veraniega es el pareo, ese accesorio ligero que aún huele a playa. En lugar de guardarlo hasta las próximas vacaciones, lo puedes llevar atado a la cadera, como si fuera una falda o sobrefalda. El resultado es una silueta asimétrica, a la vez fluida y estructurada. La creadora de contenido Pauline Leroy lo ha convertido últimamente en su sello personal, jugando con los contrastes y los volúmenes sin recargar la figura.

Una herencia de los años 2000


Es imposible hablar de layering sin recordar los años 2000, una década emblemática en la que superponer prendas era casi la norma. En las alfombras rojas, iconos de Disney como Ashley Tisdale (inolvidable Sharpay Evans en High School Musical) combinaban con soltura vaqueros de tiro bajo, faldas de lentejuelas, camisetas superpuestas, accesorios llamativos y bailarinas extravagantes. En aquella época, cuanto más, mejor. Por suerte, aunque las tendencias son cíclicas, esta estética recargada ha evolucionado desde entonces

Hoy en día el layering se manifiesta con dos enfoques distintos. Por un lado, un layering que busca la armonía, con una silueta coherente, compuesta por prendas atemporales en tonos neutros, donde el riesgo es limitado. Por otro, el layering del contraste, con un espíritu claramente heredado del Y2K que mezcla materiales y colores, y no huye de los desequilibrios.

@jennabey

Sea cual sea el enfoque, la base es la misma: una prenda esencial bien elegida (un blazer estructurado, un pantalón fluido, un vestido asimétrico) que sirve de cimiento. A partir de ahí, cada uno/a es libre de construir su silueta, con un estilo monocromático y sofisticado o con una explosión de colores y texturas perfectamente organizada.

El layering no es un simple truco para pasar la temporada de entretiempo. Es una tendencia que revela mucho más que simples preocupaciones estéticas. Utilizado históricamente para protegerse del frío o para indicar la pertenencia a una clase social, se presenta en la actualidad como una herramienta narrativa e incluso de emancipación. Porque apilar capas también es contar una historia: la de una prenda reinterpretada, la de un tejido reciclado, la de un recuerdo veraniego escondido bajo una chaqueta de invierno. Superponer es jugar con los volúmenes, difuminar los códigos y rechazar el aspecto lineal de una silueta rígida.

El layering, en su versión más moderna, no se limita a abrigar. Refleja nuestra relación contemporánea con la ropa: múltiple, cambiante, y con un toque de reivindicación.

Artículo de Julie Boone